Para ser realmente Humano se requiere verse a sí mismo y también ver al otro. Pero sobre todo se requiere verse a sí mismo en el otro. Porque sólo así renonocemos nuestra verdadra humanidad. ¿Que tan humanos somos?
miércoles, 20 de julio de 2011
ALCANZAR EL OCEANO
Supongo que para muchos, el poema “Pasatiempo” de Mario Benedetti no les será desconocido. Para aquellos que lo conocen, lo incluyo aquí para que al releerlo, lo re-sientan y para quienes no lo conozcan, con la finalidad de que hagan el ejercicio de identificarse con él.
Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía
luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era océano
la muerte solamente
una palabra
ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros
ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
¿A qué viene el poema con esta entrada? Pues bien, resulta que últimamente ha estado dando vueltas en mi cabeza el sentido de la sabiduría y la madurez. Pienso que, la gran mayoría, cree que la madurez y la sabiduría son dones que adquiriremos como derecho propio a través de los años y entonces no nos esforzamos en crecer sino en pasar el tiempo, pretendiendo que con ello, un buen día, alcanzaremos ambas condiciones y entonces, mágicamente, podremos alcanzar con ellas la verdad.
Ojalá la vida fuera así de sencilla y solo necesitáramos del paso del tiempo para volvernos sabios. Pero la realidad es muy distinta, pareciera que, por regla general, nos quedamos estancados en alguna etapa de la vida y dejamos de crecer como individuos, repitiendo una y otra vez los mismos patrones de conducta que aprendimos en la infancia, la adolescencia, o la temprana adultez.
En algún momento de la vida, no entiendo muy bien por qué motivos (aunque presiento que puede deberse a los miedos acumulados, a los ejemplos y aleccionamientos recibidos) nos vamos creando ciertas rutinas que repetimos y repetimos hasta el hartazgo y que van enajenando nuestras capacidades, es decir vamos dejando de ser seres humanos íntegros, convirtiéndonos en una especie de autómatas sin capacidad de asombro, de aprendizaje o de disfrute.
Para ejemplificarlo, nada mejor que pensar en la rutina del día a día de los millones de trabajadores asalariados en nuestras grandes ciudades: Te levantas; te bañas; te vistes; desayunas; te vas al trabajo, cualquiera que este sea, y estando en él, realizas las mismas actividades día tras día, quizá alteradas por algún acontecimiento sin importancia de vez en cuando, pero regularmente las mismas; después regresas a casa, te tiras en el sillón o en la cama, cansado de la rutina del trabajo y de los trayectos inhumanos en transporte público y para no pensar en el vacío de tu existencia, embotas tu cerebro con cualquier cantidad de programas televisivos basura, quizá con ninguno en particular, simplemente cambiando de canal cada cierto tiempo sin tomar consciencia de lo que se proyecta en cada uno de los que van pasando.
Últimamente me he estado preguntando si ¿es así como debe desarrollarse nuestra existencia? ¿quién nos vendió la idea de que debíamos sumergirnos en esa rutina y por qué la compramos? ¿existe otra salida? ¿podemos dejar esas rutinas diarias? ¿queremos dejarlas o preferimos perder nuestra existencia en ella?
Meditando en esas preguntas llega hasta mí una negación con mayúsculas: NO. Me niego a pensar que nuestra vida deba pasar en esas rutinas infames, me niego a pensar que nuestro único objetivo sea levantarnos, transportarnos al trabajo, trabajar para conseguir dinero y mal vivir como resultado, sin mayor objetivo, día con día, sin descanso, categóricamente me rehúso a seguir en este círculo vicioso día tras día.
Y ya puesta en esa decisión de negarme a ello, ahora me pregunto quizá lo que tú también te has preguntado alguna vez: ¿cómo le hago para dejar esa rutina?¿cómo salgo de este engranaje social para encontrar mi propio camino de crecimiento ¿cómo alcanzo por fin el océano?
Esa nueva pregunta desde luego me ha llevado a muchas más reflexiones, pero creo que por el momento lo dejaré aquí para que también tú puedas reflexionar sobre tus rutinas…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)