miércoles, 4 de julio de 2012

DE COMO INCIDEN LOS CONCEPTOS DE CARENCIA Y ESCASEZ EN LA EQUIDAD Y JUSTICIA

En la entrada pasada hablábamos del dar, concepto que no estaría completo si no hablamos ahora de equidad, justicia, carencia y escasez. Todos, términos que se relacionan íntimamente con el dar.
Los seres humanos hemos construido sistemas sociales y económicos basados en la escasez y la carencia, es decir, en el sentir que no tenemos lo necesario y que además afuera no existe suficiente para cubrir nuestras necesidades elementales, siempre nos hace falta algo.
Sentirnos carentes es lo que nos impulsa, a su vez, a atesorar cosas, pues con ello generamos la ilusión de seguridad hacia el futuro, porque el futuro es incierto y nos genera miedo.
Ese miedo al futuro, en el cual pensamos que nos harán falta cosas, nos  ha  llevado  a  inequidades e Injusticias difíciles de preservar en la actualidad. Pues algunos se han dedicado a acaparar, mientras dejan a otros carentes de lo más elemental.
Y nos hemos acostumbrado tanto a ese sistema inequitativo e injusto que ya no nos sorprende que haya personas hambrientas mientras otras tiran la comida, o que haya quienes viven en mansiones y palacios mientras otros lo hacen en chozas y chabolas de materiales de desecho. Más aún, vemos como aspiración  obligada de todos (el sueño al que aspiramos), ser como los que acaparan mucho y desperdician mucho.
Si analizamos la situación económica a nivel mundial, podremos observar que unos cuantos, menos del 10% de la población mundial, posee el 80% de todos los recursos, mientras el resto se divide entre el 90% restante. Toda esta desigualdad genera problemas de todo tipo: sociales, económicos y políticos. La actual crisis mundial en la que nos encontramos, tiene su origen en esa desigualdad. Pues obviamente a un gran porcentaje de familias no les alcanza para cubrir sus necesidades vitales y entonces se endeudan, luego dejan de pagar y eso afecta al sistema bancario, si a eso aunamos que el capital financiero cada vez deja más utilidades a quienes lo tienen, mientras los salarios cada vez son menores, se forma un circulo vicioso que nos entrampa. Pues ante los problemas bancarios y financieros, los gobiernos toman medidas para seguir restando su ingreso a ese 90%  a través de disminuir las pensiones, incrementar los impuestos y minimizar la seguridad social. Mientras lo lógico sería restar a quienes más tienen y redistribuir mejor lo que hay.
Pongamos el ejemplo mexicano: Donde resulta que Slim, el hombre más rico del mundo, posee una fortuna estimada en 70,000 millones de dólares mientras 20 millones de personas se encuentran en pobreza alimentaria (es decir que no tienen ni para comer) en el país.
Para dimensionar lo que implica estos ingresos, si consideramos que el ingreso anual de una familia mexicana promedio es de alrededor de $56,000.00, con la fortuna de Slim podrían  vivir 17,500,000 familias durante un año y si consideramos como salario base el mínimo entonces tendríamos 43,750,000 de familias, lo que equivale a casi el doble del número de familias que existe en el país.
Así las cosas, e independientemente de lo que podamos argumentar a favor de la libre empresa y el libre mercado, deberemos admitir que nuestro sistema capitalista genera incongruencias que no nos permiten estar bien como personas,  y es por ello que en este año hemos tenido, en todo el orbe, una gran cantidad de manifestaciones de la sociedad civil indignadas por esas condiciones de privilegios de unos y carencias de otros.
Hace algún tiempo, mientras conversaba con un conocido sobre la desigualdad me dijo una frase que me heló: “De que mi familia coma a que la suya coma, prefiero que la mía coma”. Entonces entendí que es justo este tipo de pensamiento lo que nos ha llevado a tanta desigualdad e injusticia. Mientras nuestro pensamiento no cambie, la desigualdad seguirá acentuándose, en lugar de disminuir.
Y En tanto existan desigualdades que den más a unos que a otros, en tanto subsista el desperdicio de recursos, en tanto subsista la inconsciencia de la mayoría sobre estos temas no podremos estar bien como humanidad.
Preguntémonos ¿para qué sirve a unos tener tanto mientras otros no tienen lo mínimo indispensable? Las desigualdades solo nos sirven para vivir con miedo a que se nos arrebate lo que tenemos, para vivir con miedo al futuro, para hacernos daño unos a otros.
En tanto unos tengan en exceso y otros vivan en carencia el problema no se resolverá. Cierro nuevamente con una frase de Un Curso de Milagros para la reflexión:
“Más solo cuando la situación se resuelve de tal manera que nadie pierde desaparece el problema”.