martes, 17 de mayo de 2011

LAS RELACIONES Y EL PAPEL ARRUGADO


Ayer, alguien muy importante en mi vida, me comentaba una dinámica de un curso de calidad al que asistió en el cual se les pedía relatar la peor experiencia de servicio que hubieran tenido y, conforme relataban, se les permitió arrugar una hoja de papel cuando sintieran enojo y frustración por el mal servicio recibido.
Al final de los relatos, el facilitador les pidió que trataran de alisar las hojas arrugadas con un disculpe, lo sentimos, son las políticas del establecimiento, etc., disculpas todas que damos los servidores cuando algo sale mal y nos encontramos frente a frente con un cliente enojado. Las hojas, por supuesto, no volvieron a su estado original de prístina lisura, quedaron marcadas, dobladas, arrugadas.
Ese ejercicio me puso a pensar en nuestras relaciones personales, sobre todo en las relaciones que son más importantes para nosotros: la de pareja, las amistades y la familia y en la forma en que desgastamos esas relaciones importantes con nuestras acciones.
Por ignorancia, descuido,o simplemente por la imperfección de nuestra esencia, siempre cometemos errores en nuestras relaciones, somos humanos decimos, todos cometemos errores. Y con esa disculpa de por medio mentimos, damos por sentado, sobrevaloramos, menospreciamos, confundimos, insultamos, agredimos, desconfiamos, en fin dañamos a los que decimos querer de muchas formas:
La forma del deño puede ser de muchos tipos: de pensamiento, de palabra, de obra u omisión, como reza la oración penitencial católica del Yo confieso...Y el caso es que lo hacemos sin pensar en las consecuencias, al calor del momento, por la presión de las circunstancias,porque se dió simplemente sin estar conscientes de las consecuencias
Regularmente pensamos que aquel al que ofendemos, por ser alguien que nos ama, tiene la obligación de perdonarnos, de olvidar lo que dijimos y de seguir amándonos por siempre, damos por sentado que así será y eso nos hace ser menos cuidadosos de nuestros pensamientos, acciones, palabras y omosiones.
Efectivamente, si amamos a alguien, ese amor nos impele a disculpar sus faltas, a perdonar ofensas y seguir adelante como si nada hubiera pasado. Pero la realidad es que sí pasó y la memoria de los seres humanos es muy grande y trabaja en formas misteriosas, de tal forma que algo que pensabamos olvidado, superado, guardado, de momento regresa a atormentarnos, justo cuando menos lo esperamos, tanto si eres el ofendido, como si eres el ofensor.
Es entonces que tratamos, como en la dinámica de calidad, de alisar el papel con disculpas, contriciones, regalos, alhagos y mil cosas más.Pero la realidad es que, como el papel, una relación que ya hemos alterado de alguna forma, nunca vuelve a ser la misma, cambia. Se pierde la confianza, se deteriora la imagen que tenemos del ser amado,se guardan resentimientos que afloran en el momento menos esperado para atormentarnos y fracturar más la relación.
Por esas situaciones hay parejas que se separan, hijos que huyen de casa, amigos que nos abandonan, hermanos que se pelean y no vuelven a hablarse.
¿Qué debemos hacer entonces para evitar que las relaciones se arruguen como el papel? Ser seres conscientes, mantenernos alertas cuando interactuamos con los demás.
Habrá quien argumente, pero si nadie es perfecto, todos cometemos errores, es humano, es parte de nuestra naturaleza, es nuestro derecho errar para aprender. Y efectivamente estarán en lo cierto, sí todos nos equivocamos, todos cometemos errores, es nuestra naturaleza, sí.
Simplemente hay que considerar y asumir que una vez arrugado, el papel no regresa a su estado de lisura original.

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