martes, 2 de julio de 2013

Acción Consciente



“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos”.  Buda

En la entrada pasada hablábamos del libre albedrío, postulando que, en realidad, por más que lo queramos negar, tenemos la total libertad de actuar y también, por supuesto, la total responsabilidad por nuestras acciones.

Cierto que a veces actuamos por desconocimiento, no por mala fe, pero aún así, las consecuencias de nuestras acciones no se atenúan. De tal forma que, para no cargar con las consecuencias negativas de nuestros actos, debemos actuar de manera consciente y con visión amplia.

Con mucha frecuencia perdemos de vista  que el ser humano es sólo otra especie en el planeta junto con miles de otras especies de animales y plantas.  Hemos olvidado que somos parte de la naturaleza y que como tal, nuestra convivencia con todos los demás componentes del planeta debe ser armónica, de mutuo respeto y beneficio, pues de lo contrario, no solo ponemos en riesgo a otras especies sino a nosotros mismos.

En la actualidad el ser humano individualista no alcanza a percibir la trascendencia de sus actos a cabalidad, de otra forma no se entiende que continuemos haciendo lo que hacemos. No tenemos más que ver a nuestro alrededor para encontrar acciones incomprensibles. Te pongo algunos ejemplos que todos podemos ver día tras día: Las personas que tiran basura en la calle a sabiendas de que nuestro servicio de limpia es ineficiente y esa basura se quedará allí y tapara el drenaje provocando inundaciones y contaminación que afectará a todos; Los amantes de las mascotas que las sacan a pasear y no recogen sus heces provocando que eso se traslade al aire que todos respiramos; Los que desperdician el agua o la contaminan sin pensar que es un bien escaso en la naturaleza; Los que tiran basura en las playas contaminando nuestros mares y las especies que en él habitan;  y podría continuar enumerando un sinfín de situaciones en donde, por desconocimiento, por pereza mental o por simple estupidez nos afectamos a nosotros mismos y afectamos a otros.

¿Cómo podemos hacer que nuestras acciones sean más conscientes y armónicas para el planeta y para nosotros como seres humanos? Quizá podríamos obtener mejores resultados si por principio de cuentas antes de tomar cualquier decisión para actuar, nos detenemos a pensar las cosas un poco y meditamos en las consecuencias que tendrán nuestros actos. En el caso de la persona que tira basura en la calle, por ejemplo, podría pensar ¿Qué pasará con ese papel  o este plástico si lo tiro en la calle? Es muy fácil darse cuenta de lo que ocurrirá: se quedará vagando por las calles hasta que se desintegre, lo cual será en aproximadamente un año si es papel y 100 años si es plástico, pero si se atraviesa la época de lluvia, esa basura se irá a la coladera  provocando que, junto con otros objetos tirados, se forme una pila de basura que tapará las coladeras, para luego irse al drenaje y contaminar las aguas y el subsuelo con la celulosa y toxinas,  que contienen. En cambio si esa basura la deposito en un contenedor adecuado para su reutilización o reciclado, podré evitar la tala de árboles, podré evitar que mis alimentos y aire se contaminen con toxinas, podre evitar la contaminación del subsuelo y eso mejorara la vida y la salud de todos.

Tal vez pienses, no sabía todo eso, pero en esos casos lo que puedes hacer antes de tomar una decisión es informarte, una decisión informada será siempre una mejor decisión. Así que no saber algo no es excusa para dañarte o dañar a otros, pues en esta época de sobre información puedo conocer todo lo que desee, rápidamente, en cuestión de segundos o minutos.

Por último al tomar una decisión debo pensar también si en realidad necesito hacer eso que quiero hacer y si hacerlo sirve a otros y a mí mismo. Por ejemplo las personas que fuman regularmente saben que fumar daña sus pulmones y su corazón, pero además de ello, sí aún así quieren fumar,  también deberían considerar que si fuman en su casa estarán contaminando las vías respiratorias de su familia, pues los estarán convirtiendo en fumadores pasivos, quienes  reciben hasta tres veces más nicotina y alquitrán que el fumador y hasta 5 veces más bióxido de carbono, con lo cual sus afecciones respiratorias pueden ser aún mayores que las del fumador. ¿Qué puede impulsarlos entonces a convertirse en agentes de la enfermedad de su familia?

Concluyendo: para tomar acciones conscientes debo pensar, informarme y preguntarme si lo que haré me servirá y servirá a otros. Si mis acciones no cumplen estas tres condiciones, es mejor que no las lleve a cabo.