“Si yo no lo hago por mi ¿Quién lo hará? y si sólo lo hago por mí ¿Quién soy? Y si no ahora ¿Cuándo?” Rabí Hilel
¿Alguna vez te has preguntado
cuál es el sentido o misión de tu vida? ¿Para qué estás aquí y ahora? ¿Qué es
lo que has venido a hacer a este mundo?
La mayoría nos hemos hecho esas
preguntas por lo menos una vez durante nuestra vida. Quizá algunos, hayan corrido
con suerte y encontrado respuestas claras a estas interrogantes. Sin embargo, me
atrevo a creer que la mayoría no ha tenido tanta suerte. Me atrevo a creer que
la mayoría va tirando paso a paso, sin mucho convencimiento de si lo hecho es
lo correcto, enmendando errores, buscando soluciones inmediatas a los problemas
diarios y cargando con la neurosis noógena que menciona Victor Frankl, el creador de la
logoterapia, es decir aquella que surge por la falta de sentido. Creo también
que es de vital importancia hacerse esas preguntas alguna vez en la vida y
encontrar una respuesta a ellas.
El ritmo de la existencia moderna,
sobre todo en las grandes ciudades, donde la gran mayoría debe trabajar arduas
jornadas, enfrentarse a largos trayectos para ir y venir de la casa al trabajo
y el bombardeo constante de información y estímulos externos, nos impiden hacer
un alto y reflexionar sobre el sentido profundo de nuestra existencia. Nos
concretamos a trabajar arduamente para pagar las cuentas que se acumulan;
conseguir dinero para atender nuestras necesidades básicas como la alimentación
y el vestido, sin preocuparnos de las necesidades de los demás; y el tiempo
restante, si es que lo hay, lo dedicamos a embotar nuestros sentidos con la
televisión, los videojuegos, el Smartphone, las redes sociales o cualquier
actividad que adormezca nuestro cerebro para evitar la sensación de vacío que habita
nuestro ser cuando todas las actividades externas se acallan.
Si en algún momento de tu
existencia has experimentado esa sensación de vacío existencial es porque tus
preguntas vitales aún no han sido respondidas. Y quizá, entonces, sea momento
de hacer un alto en el camino y replantearte el sentido ulterior de tu
existencia, pues sólo encontrar ese sentido puede llenar el vacío y hacer tu vida más rica y plena.
A esa finalidad ulterior de nuestra
existencia se le denomina Misión de vida. Y no es un trabajo que debes hacer
para pagar las cuentas, ni tampoco es una profesión que hayas elegido estudiar,
es un servicio que prestamos a la humanidad, derivado de nuestros talentos y
nuestras pasiones. Es la expresión completa y perfecta de lo que uno es, es
decir, es la expresión de nuestro ser genuino y único dentro de la humanidad en
su conjunto.
En entradas pasadas hablábamos de
la unidad, de ese cuerpo viviente que conformamos todos los seres y que
denominamos humanidad. Como parte de ese gran cuerpo humano tenemos una función
específica que cumplir que es vital para todos y que sólo nosotros de manera
individual podemos llevar a cabo. Esa es la misión de vida. Y si no la
cumplimos a cabalidad entonces afectamos a toda la humanidad.
Lamentablemente en nuestro tiempo
se ha tornado muy complejo cumplir con nuestra misión de vida porque estamos
inmersos en un sistema de paradigmas que contribuyen a desviar nuestro hacer cotidiano
hacia actividades sin sentido que no nos llenan y entonces vamos perdiendo la
capacidad de reconocer y llevar a cabo nuestra misión.
Si deseamos encontrar y vivir
nuestra misión, requerimos llevar a cabo ciertas acciones. Lo primero que podemos
hacer, es dejar de pensar que nuestro objetivo de vida es conseguir dinero,
nuestra vida no debe estar regida en términos de urgencias y necesidades
materiales porque, ese vivir desde la carencia de cosas, es lo que nos engancha
en trabajos remunerados pero no deseados e insatisfactorios. Sí necesitamos
cosas materiales para vivir, pero sería bueno preguntarnos si realmente alguna
vez nos ha faltado algo material que de verdad necesitemos. A la mayoría nunca
nos ha faltado lo esencial y sin embargo el miedo a no tenerlo rige nuestras
acciones.
La segunda acción a realizar,
después de quitarnos el miedo a no tener lo esencial, es indagar sobre nuestros
talentos y pasiones para saber lo que realmente llenaría nuestras vidas. Todos
tenemos algún talento, al menos, o una actividad que al realizarla nos hace
felices y perdemos la noción del tiempo y podemos pasar horas y horas haciendo.
Atrévete a redescubrir tus talentos y pasiones.
La tercera acción es buscar la forma como esos
talentos y pasiones pueden beneficiar a otros además de a ti, porque una misión
de vida, debe ser algo que podamos dar a los demás con absoluta convicción y
desprendimiento. Sabiendo que si tú no lo haces nadie más podría hacerlo y
reconociendo que al ser la expresión total de tu ser, es bueno para ti y para
los demás también.
Mi invitación hoy es para que acalles el ruido exterior y comiences a buscar tu ser donde realmente se encuentra: En ti.