miércoles, 13 de noviembre de 2013

Misión de Vida


“Si yo no lo hago por mi ¿Quién lo hará? y si sólo lo hago por mí ¿Quién soy? Y si no ahora ¿Cuándo?”      Rabí Hilel



¿Alguna vez te has preguntado cuál es el sentido o misión de tu vida? ¿Para qué estás aquí y ahora? ¿Qué es lo que has venido a hacer a este mundo?

La mayoría nos hemos hecho esas preguntas por lo menos una vez durante nuestra vida. Quizá algunos, hayan corrido con suerte y encontrado respuestas claras a estas interrogantes. Sin embargo, me atrevo a creer que la mayoría no ha tenido tanta suerte. Me atrevo a creer que la mayoría va tirando paso a paso, sin mucho convencimiento de si lo hecho es lo correcto, enmendando errores, buscando soluciones inmediatas a los problemas diarios y cargando con la neurosis noógena  que menciona Victor Frankl, el creador de la logoterapia, es decir aquella que surge por la falta de sentido. Creo también que es de vital importancia hacerse esas preguntas alguna vez en la vida y encontrar una respuesta a ellas.

El ritmo de la existencia moderna, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gran mayoría debe trabajar arduas jornadas, enfrentarse a largos trayectos para ir y venir de la casa al trabajo y el bombardeo constante de información y estímulos externos, nos impiden hacer un alto y reflexionar sobre el sentido profundo de nuestra existencia. Nos concretamos a trabajar arduamente para pagar las cuentas que se acumulan; conseguir dinero para atender nuestras necesidades básicas como la alimentación y el vestido, sin preocuparnos de las necesidades de los demás; y el tiempo restante, si es que lo hay, lo dedicamos a embotar nuestros sentidos con la televisión, los videojuegos, el Smartphone, las redes sociales o cualquier actividad que adormezca nuestro cerebro para evitar la sensación de vacío que habita nuestro ser cuando todas las actividades externas se acallan.

Si en algún momento de tu existencia has experimentado esa sensación de vacío existencial es porque tus preguntas vitales aún no han sido respondidas. Y quizá, entonces, sea momento de hacer un alto en el camino y replantearte el sentido ulterior de tu existencia, pues sólo encontrar ese sentido puede llenar el vacío y  hacer tu vida más rica y plena.

A esa finalidad ulterior de nuestra existencia se le denomina Misión de vida. Y no es un trabajo que debes hacer para pagar las cuentas, ni tampoco es una profesión que hayas elegido estudiar, es un servicio que prestamos a la humanidad, derivado de nuestros talentos y nuestras pasiones. Es la expresión completa y perfecta de lo que uno es, es decir, es la expresión de nuestro ser genuino y único dentro de la humanidad en su conjunto.

En entradas pasadas hablábamos de la unidad, de ese cuerpo viviente que conformamos todos los seres y que denominamos humanidad. Como parte de ese gran cuerpo humano tenemos una función específica que cumplir que es vital para todos y que sólo nosotros de manera individual podemos llevar a cabo. Esa es la misión de vida. Y si no la cumplimos a cabalidad entonces afectamos a toda la humanidad.

Lamentablemente en nuestro tiempo se ha tornado muy complejo cumplir con nuestra misión de vida porque estamos inmersos en un sistema de paradigmas que contribuyen a desviar nuestro hacer cotidiano hacia actividades sin sentido que no nos llenan y entonces vamos perdiendo la capacidad de reconocer y llevar a cabo nuestra misión.

Si deseamos encontrar y vivir nuestra misión, requerimos llevar a cabo ciertas acciones. Lo primero que podemos hacer, es dejar de pensar que nuestro objetivo de vida es conseguir dinero, nuestra vida no debe estar regida en términos de urgencias y necesidades materiales porque, ese vivir desde la carencia de cosas, es lo que nos engancha en trabajos remunerados pero no deseados e insatisfactorios. Sí necesitamos cosas materiales para vivir, pero sería bueno preguntarnos si realmente alguna vez nos ha faltado algo material que de verdad necesitemos. A la mayoría nunca nos ha faltado lo esencial y sin embargo el miedo a no tenerlo rige nuestras acciones.

La segunda acción a realizar, después de quitarnos el miedo a no tener lo esencial, es indagar sobre nuestros talentos y pasiones para saber lo que realmente llenaría nuestras vidas. Todos tenemos algún talento, al menos, o una actividad que al realizarla nos hace felices y perdemos la noción del tiempo y podemos pasar horas y horas haciendo. Atrévete a redescubrir tus talentos y pasiones.
La tercera acción es buscar la forma como esos talentos y pasiones pueden beneficiar a otros además de a ti, porque una misión de vida, debe ser algo que podamos dar a los demás con absoluta convicción y desprendimiento. Sabiendo que si tú no lo haces nadie más podría hacerlo y reconociendo que al ser la expresión total de tu ser, es bueno para ti y para los demás también.
 
Mi invitación hoy es para que acalles el ruido exterior y comiences a buscar tu ser donde realmente se encuentra: En ti.

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