sábado, 19 de enero de 2013

Cocreando nuestra realidad


Mediante la implementación de la práctica de amor y compasión, naturalmente viviremos una vida no violenta de amor y de compasión. Ayudar a los demás y no dañarlos son trabajos de la no violencia. Tenemos que desarrollar amor, compasión y perdón para desarrollar paz interior y naturalmente  esa paz dará lugar a conductas no violentas...   Dalai Lama
 

En nuestra entrada anterior hablábamos de vislumbrar el destino común. Si podemos imaginar ese destino y sentirlo de corazón, podremos entonces modificar nuestros patrones de pensamiento y acción para mejorar la realidad que vemos todos los días.
Unas preguntas para reflexionar: ¿Te gusta lo que ves en tu realidad? ¿Te gusta lo que ves cuando sales a la calle? Quienes habitamos las grandes urbes vemos a diario gente indigente buscándose la vida en los semáforos y las calles; autómatas con rostro de tristeza, hastío, decepción por todos lados; desesperanza, enojo, individualismo. Si esa realidad que hemos creado no nos gusta, no se necesita mucho para ir cambiando nuestro entorno, pues todos somos cocreadores de la realidad que observamos.
A veces pensamos que el cambio  debe iniciarse en los sistemas y las masas. Es decir que, los que tienen que cambiar primero, son nuestros políticos y la gente de poder, para luego cambiar todos los demás. Desde luego ellos, como  todos los demás, tienen que hacerlo. Pero estoy convencido, de que el cambio sólo se generará en ellos cuando se genere a nivel individual. Es decir, que el cambio debe empezar por uno mismo.
¿Quién entonces puede empezar el cambio? Puede iniciarlo cualquiera que desee que las cosas cambien: Yo, tú, quien no se sienta satisfecho en esa realidad que hemos creado. Si has escuchado sobre la teoría del centésimo mono, entenderás lo que te digo; si no, simplemente con que sepas que tu comportamiento puede ser emulado por las personas de tu entorno y contagiado a otras, es suficiente para entender que si alguien empieza puede desarrollar una reacción en cadena que haga que los sistemas se modifiquen a nivel global.
Así que, si deseamos cambiar las estructuras y sistemas, deberemos  modificar nuestro comportamiento habitual y enseñar a otros a modificarlo, tarea que sólo puede partir desde el interior, no por decreto, ni por violencia o manipulación, sino por convencimiento personal. Y así, al cambiar nuestro pensamiento y nuestras creencias individuales, en un efecto de contagio, nuestras creencias colectivas cambiarán.
Lo primero que debemos comprender es que todos pertenecemos al mismo universo y, como parte de él, todos interactuamos y nos afectamos  mutuamente. Cuando entendemos que si dañas a otro te dañas a ti mismo, que si ayudas a otro, nos ayudamos todos. Entonces, podemos iniciar el cambio, así de simple, aunque quizá no sea tan fácil darnos cuenta.
En el día a día tenemos muchos ejemplos de lo que podemos hacer para ir cambiando nuestro entorno poco a poco.
 Cambia, por ejemplo cuando ayudamos a otro a levantarse después de una caída, asistimos  a un invidente a cruzar la calle; sedemos el paso a alguien al cruzar una puerta, una calle, un semáforo; recogemos la basura tirada en una acera; sonreímos a alguien al pasar. En fin, cuando ayudamos a otros, porque nuestra acción no sólo beneficia a quien ayudamos, nos beneficia doblemente a nosotros. Primero porque nos hace sentir mejor y segundo porque, sirve de ejemplo para  inspirar a otros y hacerlos reflexionar sobre su propia conducta.
¡Qué distinto sería el mundo si cada uno de nosotros tomara su responsabilidad de hacer un mundo mejor para sí mismo y para todos!
Para hacernos el habito de estas pequeñas acciones que nos hacen más fácil la vida, te recomiendo que la próxima vez que vayas a hacer cualquier cosa, antes de actuar reflexiones en lo que sentirías tú, si lo que vas a hacer fuera dirigido a ti. Porque está garantizado que si lo lanzas al universo, el universo te lo devolverá en algún momento. Si lo que lanzas al universo es positivo, lo que recibirás será igual, pero si lo que lanzas es negativo, lo sufrirás tanto o más que aquellos sobre quienes lo lanzaste.
Piensa por ejemplo, antes de burlarte de un compañero por lo que tú consideras sus defectos, ¿cómo te sentirías si alguien dirigiera esa burla contra ti?
Y si quieres insultar o dañar a  alguien piensa ¿Qué sentirías si el insulto o daño fuera dirigido a ti y lo escucharas en boca de la persona que más ames?
Si lo que necesitamos en este mundo es belleza, amor, compasión y paz para ser felices, lancemos eso con cada una de nuestras acciones al universo para ver transformado nuestro entorno.
Esa es  la única forma en que podremos modificar al mundo, no lo lograremos con guerras, descalificaciones, odio, temor o violencia. Sólo con la voluntad de hacer las cosas tal  y como nos gustaría experimentarlas para nuestro mayor bien y felicidad.

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