Cuando logramos
sincronizar nuestras creencias y acciones con las del universo, encontramos un
estado difícil de describir, pero maravilloso de experimentar: Paz Interior.
Piensa en algún momento de tu
vida donde te hayas sentido pleno, donde nada te hacía falta, todo se encontraba bien y te encontrabas
presente al cien por ciento. A ese momento de Felicidad absoluta es a lo que se
refiere la paz interior. Y todos, al menos una vez en la vida, lo hemos experimentado, aunque tal vez no lo
recordamos.
Hagamos un ejercicio de memoria: Quizá cuando éramos niños y nos
encontrábamos sumergidos en el juego sin que nos importara lo que ocurría fuera
del él. Quizá cuando conocimos al amor de nuestra vida y fuimos correspondidos,
conociendo entonces, la oportunidad de sentir extasiados el amor incondicional.
Quizá al nacer un hijo y sentir la pureza y el amor reflejados en su rostro.
Quizá al observar un amanecer o un atardecer frente al mar y comprender la
inmensidad del universo. En fin, cualquier otra experiencia que te haya
brindado felicidad plena.
Ese estado, que en la mayoría de nuestros casos es un estado que sólo
alcanzamos por momentos, tiene ciertas particularidades. Primero es un estado
en el que todo nuestro ser participa, es decir, se siente en los tres niveles
de existencia: físico, mental y espiritual.
Si sólo lo sentimos a nivel físico, es sólo gozo, si sólo lo sentimos a
nivel mental, es sólo asombro, si solo lo sentimos a nivel espiritual, es sólo
alegría, pero si lo experimentamos a todos los niveles se convierte en
felicidad verdadera y ella en Paz Interior.
Otra de las particularidades de este estado es que sólo puede
experimentarse en el presente: Aquí y ahora. Si lo experimentamos en el pasado
y queremos evocarlo es sólo un recuerdo, si lo imaginamos para el futuro es
sólo una ilusión, un deseo. Pero si nos encontramos completamente absortos,
perdiendo toda noción del tiempo, entonces verdaderamente estamos
presentes.
Sabiendo ya las particularidades que tiene la paz interior. En este momento
te pido que evoques tu momento de felicidad más pleno, que trates de recrearlo
en tu mente, será sólo un recuerdo, pero la energía que te brindará me servirá
para preguntarte:
¿No te gustaría experimentar esa sensación de plenitud cada momento? Apuesto a que, como yo, respondiste que sí, sin pensarlo.
¿Entonces por qué no logramos ese
estado siempre? Por una sencilla razón, porque no estamos ni completos, ni
presentes en nuestras experiencias de vida. Siempre estamos viviendo en otro
tiempo que no es el presente. Pensando en lo que deseamos hacer a futuro o en
lo que nos pasó, pero no estamos presentes. Tampoco estamos conscientes, tal
vez esta nuestro cuerpo, pero nuestra mente se encuentra muy lejos, o tal vez
esta la mente, pero el cuerpo no reacciona; y al espíritu, en esta época hasta se ve mal nombrarlo, pues lo tenemos
completamente olvidado.
Para vivir plenamente y mantener
nuestra paz interior en todo momento, se requiere, entonces, que estemos
conscientes, presentes y responsables de todo lo que creamos en nuestra vida.
Quizá puedas entender mejor de lo que se trata si te cuento un relato zen: Un discípulo
le pregunta al maestro:
̶ Maestro ¿Cómo se lleva la
iluminación a la acción? ¿Cómo se practica en la vida cotidiana?
̶ Comiendo y durmiendo –responde
el maestro.
̶ Pero Maestro, todo el mundo
come y duerme.
̶ Pero no todos comen cuando
comen, ni todos duermen cuando duermen.
Piensa en esos momentos de
felicidad que evocamos y descubrirás que en ellos te encontrabas totalmente
presente y consciente. Y Ahora trata de reproducir esa presencia en cada uno de
los momentos de tu día. Para ello te puedes auxiliar de la meditación, pues
ella te permitirá encontrar tu presencia consciente.
En tanto no logremos sincronizar
todo nuestro ser, mantenernos presentes
cada momento y ver por el bienestar de todo el universo en lugar de ver sólo
por nuestro bienestar personal, no
lograremos la paz. Seguiremos vagando por esta Tierra sintiéndonos tristes,
deprimidos, insatisfechos, desorientados, incomprendidos, temerosos, solos,
enojados, etc. Pues todos nuestros malestares se derivan de esa falta de
presencia, como lo hemos experimentado.
No en balde Jesús nos brindó su paz, al decir:
“Mi paz os dejo, la paz os doy”. Pues sabía que no seríamos capaces de
obtenerla por nuestros medios propios a menos que entendiéramos lo que
representaba en su totalidad. Te invito a conseguir tu Paz Interior al hacerte
consciente.
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