¿Qué nos hace humanos? Qué difícil pregunta porque aunque hay muchas respuestas supuestamente lógicas y de uso común, que siempre van relacionadas a aquello que nos distingue de los animales, me da la impresión que no son muy ciertas. Como por ejemplo en alguna época decía que una gran diferencia con los animales, es que el hombre usa herramientas; ahora se sabe que hay animales que también lo hacen. También se ha dicho que los sentimientos ¿será? Tal vez, pero hay animales que muestran algo muy semejante, aunque hay expertos que comentan que son conductas que no necesariamente significan que el animalito en cuestión tenga sentimientos; pero si te ha tocado tener una mascota que se “alegra” cuando te ve, o que percibe cuando estás triste y busca la manera de alegrarte, creo que también pondrías en duda esto.
En fin, total que yo opino que no es una tarea nada sencilla definir aquello que nos hace humanos. Y creo que la única manera en que puedo intentar descubrirlo, es a través de buscar en mi aquello que me hace humana. Así que inicio.
Últimamente me ha dado vueltas en la cabeza, pensando en este tema, que tal vez esto de ser humanos va mucho por el lado de esa búsqueda de la felicidad. Aquí la cosa esta en, primero: definir qué es eso que llamamos felicidad (y me late que de persona a persona puede tener sus variaciones), y segundo: cómo intentamos encontrarla, construirla, atraparla o lo que sea que se puede hacer con ella. En este segundo punto, es donde puede entrar la gran diversidad de seres humanos que somos, porque cada quien tiene su “estilo”, su “método”, su “approach”. Unos a través del rollo laboral, de tener éxito, de lograr objetivos, metas, de ir subiendo de puesto, de ir ganando más clientes, de lograr ser todo un chingón en su profesión. Otros, más bien se enfocan en la cuestión de la familia, de las relaciones, de los amigos, de las conquistas amorosas. Unos más la buscan en la religión, en ese ser supremo y divino. Para unos es a través del disfrute, del fluir, de evitar sufrimientos; otros, es al contrario, a través del esfuerzo, del trabajo, logrando satisfacción lo que a su vez lo traducen en felicidad. Total que formas hay como humanos somos, y somos retehartos.
Yo, yo no sé cómo busco la felicidad. De hecho, no sabría definirla. Es más, me pregunto de si verdad tengo toda mi voluntad puesta en ello. Lo que me lleva a otra reflexión y tal vez corrección de lo dicho arriba: lo humano no es la búsqueda de la felicidad, entendiéndose con ello el poner todos tus recursos, voluntad, esfuerzo y demás. Sino más bien es el la disque búsqueda de la felicidad, pero como no sabemos bien qué es, ni cómo se come, ni cómo funciona, en realidad lo humano son los intentos que hacemos por acercarnos a ella.
Para ser realmente Humano se requiere verse a sí mismo y también ver al otro. Pero sobre todo se requiere verse a sí mismo en el otro. Porque sólo así renonocemos nuestra verdadra humanidad. ¿Que tan humanos somos?
jueves, 29 de abril de 2010
jueves, 22 de abril de 2010
La Aldea Global
Para empezar nuestro análisis sería conveniente poner en perspectiva los resultados que arroja nuestra sociedad actual y bajo cuyo yugo nos encontramos todos los individuos en este siglo XXI.
Y para conseguirlo, reflexionemos sobre un reporte muy comentado ya: “state of the village report” o también conocido como la aldea global de cien personas. En el cual, de forma simple y dispuesta para la comprensión de todos, nos muestra como estaría el mundo si fuera una aldea habitada por 100 personas, pues a veces nos resulta difícil la comprensión cuando nos hablan de millones en las estadísticas normales.
Si nos atenemos a sus resultados, los cuales se dice han sido extraídos de las estadísticas de la ONU, nos daremos cuenta de lo mal que hemos hecho las cosas hasta ahora, pues en lugar de mostrarnos sociedades equilibradas, armónicas, de ciudadanos felices con todas sus necesidades básicas cubiertas, nos muestra un panorama desolador.
Reproduzco aquí algunos de ellos para entender por qué mi afirmación anterior: En esa aldea global de cien personas 80 viven en casas que no cuentan con todos los servicios, 67 viven en zonas rurales y de esos 67 la mitad, o sea 33.5 son analfabetas, 50 sufren de desnutrición, 33 no tienen agua potable, 24 no cuentan con electricidad, sólo 7 de ellas tienen automóvil y 5 de ellas posen el 32% de toda la riqueza de la aldea y están todas ellas ubicadas en Estados Unidos.
De esa forma, tan sencilla podemos apreciar que mientras unos pocos poseen todas las comodidades y cuentan con el dinero que nunca podrán gastar en toda su vida, más de la mitad no puede alimentarse bien y muchos de ellos no pueden siquiera alimentarse, unos cuantos poseen educación mientras la mayoría permanece en la ignorancia, lo cual nos lleva a intuir que unos cuantos deciden sobre los demás e imponen esas decisiones a las mayorías.
Esa es la sociedad que hemos creado los seres humanos, una sociedad llena de desequilibrio, no sólo para nosotros como especie, sino también para todas las especies que cohabitan el planeta con nosotros, pues en esa historia también se encuentran todos los desequilibrios ambientales que hemos causado, tal como extinción de especies, sobre calentamiento global, por sólo poner dos ejemplos.
Debemos reflexionar sobre esto para entender nuestra “humanidad” y poder a través de ese entendimiento dar un giro a la situación, buscar la forma de vivir en armonía con nuestra especie y con las demás especies.
Y para conseguirlo, reflexionemos sobre un reporte muy comentado ya: “state of the village report” o también conocido como la aldea global de cien personas. En el cual, de forma simple y dispuesta para la comprensión de todos, nos muestra como estaría el mundo si fuera una aldea habitada por 100 personas, pues a veces nos resulta difícil la comprensión cuando nos hablan de millones en las estadísticas normales.
Si nos atenemos a sus resultados, los cuales se dice han sido extraídos de las estadísticas de la ONU, nos daremos cuenta de lo mal que hemos hecho las cosas hasta ahora, pues en lugar de mostrarnos sociedades equilibradas, armónicas, de ciudadanos felices con todas sus necesidades básicas cubiertas, nos muestra un panorama desolador.
Reproduzco aquí algunos de ellos para entender por qué mi afirmación anterior: En esa aldea global de cien personas 80 viven en casas que no cuentan con todos los servicios, 67 viven en zonas rurales y de esos 67 la mitad, o sea 33.5 son analfabetas, 50 sufren de desnutrición, 33 no tienen agua potable, 24 no cuentan con electricidad, sólo 7 de ellas tienen automóvil y 5 de ellas posen el 32% de toda la riqueza de la aldea y están todas ellas ubicadas en Estados Unidos.
De esa forma, tan sencilla podemos apreciar que mientras unos pocos poseen todas las comodidades y cuentan con el dinero que nunca podrán gastar en toda su vida, más de la mitad no puede alimentarse bien y muchos de ellos no pueden siquiera alimentarse, unos cuantos poseen educación mientras la mayoría permanece en la ignorancia, lo cual nos lleva a intuir que unos cuantos deciden sobre los demás e imponen esas decisiones a las mayorías.
Esa es la sociedad que hemos creado los seres humanos, una sociedad llena de desequilibrio, no sólo para nosotros como especie, sino también para todas las especies que cohabitan el planeta con nosotros, pues en esa historia también se encuentran todos los desequilibrios ambientales que hemos causado, tal como extinción de especies, sobre calentamiento global, por sólo poner dos ejemplos.
Debemos reflexionar sobre esto para entender nuestra “humanidad” y poder a través de ese entendimiento dar un giro a la situación, buscar la forma de vivir en armonía con nuestra especie y con las demás especies.
jueves, 8 de abril de 2010
¿Por qué Humanómetro?
Nos declaramos seres superiores, los reyes de la creación, los únicos capaces de pensar y sin embargo todo pareciera indicar lo contrario, pues actuamos en contra de eso que declaramos, todo pareciera indicar que con cada momento que pasa nos volvemos más irracionales, menos compasivos, más violentos.
Palabras como amor, compasión, respeto, solidaridad, pierden sentido para dar paso a un individualismo a ultranza donde los demás no importan, donde da lo mismo violentar, matar, dañar a aquel que se interponga entre nuestros deseos y su consecución.
En ese modelo de sociedad que vamos construyendo no existe un ápice de remordimiento y lo exhibimos bajo la mirada indolente de quienes se encuentran observándonos, que en la actualidad, gracias a la tecnología pueden ser millones.
Pareciera además, que esas multitudes que nos observan a través de los medios tecnológicos claman a gritos por la degradación de nuestro género hacia las escalas evolutivas más bajas, pues se alienta la sordidez con nuestro morbo, ergo, mientras más sórdido es el espectáculo, más adeptos tienen en los canales de televisión, las revistas, los diarios y el internet.
Ante este panorama yo, como muchos espero, me pregunto si en verdad podremos considerarnos humanos y si existe algo en nuestra naturaleza que nos redima lo suficiente como para verdaderamente sentirnos los reyes de la creación.
A través de este espacio entonces, me gustaría explorar nuestra naturaleza para descubrir lo que nos hace humanos, sus matices y cuantificación, si tal cosa es posible.
Palabras como amor, compasión, respeto, solidaridad, pierden sentido para dar paso a un individualismo a ultranza donde los demás no importan, donde da lo mismo violentar, matar, dañar a aquel que se interponga entre nuestros deseos y su consecución.
En ese modelo de sociedad que vamos construyendo no existe un ápice de remordimiento y lo exhibimos bajo la mirada indolente de quienes se encuentran observándonos, que en la actualidad, gracias a la tecnología pueden ser millones.
Pareciera además, que esas multitudes que nos observan a través de los medios tecnológicos claman a gritos por la degradación de nuestro género hacia las escalas evolutivas más bajas, pues se alienta la sordidez con nuestro morbo, ergo, mientras más sórdido es el espectáculo, más adeptos tienen en los canales de televisión, las revistas, los diarios y el internet.
Ante este panorama yo, como muchos espero, me pregunto si en verdad podremos considerarnos humanos y si existe algo en nuestra naturaleza que nos redima lo suficiente como para verdaderamente sentirnos los reyes de la creación.
A través de este espacio entonces, me gustaría explorar nuestra naturaleza para descubrir lo que nos hace humanos, sus matices y cuantificación, si tal cosa es posible.
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