Nos declaramos seres superiores, los reyes de la creación, los únicos capaces de pensar y sin embargo todo pareciera indicar lo contrario, pues actuamos en contra de eso que declaramos, todo pareciera indicar que con cada momento que pasa nos volvemos más irracionales, menos compasivos, más violentos.
Palabras como amor, compasión, respeto, solidaridad, pierden sentido para dar paso a un individualismo a ultranza donde los demás no importan, donde da lo mismo violentar, matar, dañar a aquel que se interponga entre nuestros deseos y su consecución.
En ese modelo de sociedad que vamos construyendo no existe un ápice de remordimiento y lo exhibimos bajo la mirada indolente de quienes se encuentran observándonos, que en la actualidad, gracias a la tecnología pueden ser millones.
Pareciera además, que esas multitudes que nos observan a través de los medios tecnológicos claman a gritos por la degradación de nuestro género hacia las escalas evolutivas más bajas, pues se alienta la sordidez con nuestro morbo, ergo, mientras más sórdido es el espectáculo, más adeptos tienen en los canales de televisión, las revistas, los diarios y el internet.
Ante este panorama yo, como muchos espero, me pregunto si en verdad podremos considerarnos humanos y si existe algo en nuestra naturaleza que nos redima lo suficiente como para verdaderamente sentirnos los reyes de la creación.
A través de este espacio entonces, me gustaría explorar nuestra naturaleza para descubrir lo que nos hace humanos, sus matices y cuantificación, si tal cosa es posible.
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