martes, 4 de junio de 2013

Libre Albedrío



"Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas"
Amado Nervo
 
¿Qué es lo que te gustaría tener en tu vida? ¿Cómo quisieras que tu vida transcurriera? Se supone que todos deseamos que nuestra vida se encuentre llena de cosas positivas tales como  amor, paz, prosperidad, alegría, realización, satisfacción, autoexpresión, salud, etc. Lamentablemente nuestra vida, en la mayoría de los casos, no es así. Lo que experimentamos de manera cotidiana es dolor, angustia, insatisfacción, desesperación, estrés, carencia,  etc. ¿Por qué? ¿Será esta la única forma de vivir? ¿O podremos vivir tal como deseamos hacerlo?
Hay quienes piensan que no se puede ser enteramente feliz, que siempre hay problemas, fracasos, que todo eso es parte de la vida también. Es probable que así sea, pero ¿a caso no habrá forma de que nuestra vida sea en su mayoría feliz y positiva?
Quizá lo que nos falte considerar para llegar a tener la vida que deseamos, son las opciones que elegimos. Pues, a cada paso que damos, vamos tomando distintas decisiones que afectan el qué y cómo de nuestra experiencia. A veces pensamos que las elecciones que tomamos cotidianamente son nimias, pero cada una va perfilando nuestra experiencia de vida. De tal forma que si deseamos que nuestra vida este llena de cosas positivas, debemos elegir las acciones que nos permitan llegar a ellas.
A esa posibilidad de elegir lo que experimentamos  le hemos llamado el libre albedrío. Término, que si lo analizamos, implica que toda elección que hacemos es libre, toda sin excepción. Si pensamos de verdad en la profundidad de nuestro libre albedrío, lo que generalmente sentimos es miedo, porque libertad total implica responsabilidad total por todas nuestras acciones. Es decir que por más que busquemos culpables, sólo existe uno: Nosotros mismos.
 En el juego de la vida, entonces, no hay ni víctimas ni villanos. Y en el fondo, todos sabemos esa verdad, sólo que nos gusta auto engañarnos pensando que los otros son capaces de hacernos daño, porque así, evitamos la responsabilidad y se la endilgamos a alguien más. Incluso hasta tenemos frases hechas que ocupamos para responsabilizar a otros: ¡Mira lo que me hiciste hacer! ¡Yo no quería hacerlo, tú me obligaste, es tu responsabilidad! ¡Por tu culpa actuó como lo hago! etc. ¿Te suenan familiares?
¿Por qué no asumimos la responsabilidad sobre nuestras acciones, tal como podemos hacerlo? Porque, como ya dijimos, nos da miedo pensar que tenemos todo ese poder: El poder de ser y hacer lo que queramos. ¡Imagínate lo que sería  asumir la total responsabilidad de nuestros actos! Significaría que si te va bien tienes la culpa y si te va mal también la tienes. ¿Y a quién le gusta sentirse culpable de su propia infelicidad?¿Qué escusa tendríamos entonces para ser infelices?
Ya sé lo que me dirás que hay circunstancias externas que no puedes controlar, pero aún así puedes elegir el cómo reaccionar ante ellas y eso te da poder sobre el resultado. Cuando nos enfrentamos a situaciones que nos afectan, al menos disponemos de dos posibilidades, de la que elijas dependerá la satisfacción o insatisfacción que experimentes y por ende tu felicidad o infelicidad.
Pongamos un ejemplo típico para mayor claridad, digamos que te encuentras en el vagón del metro sentado en el lugar destinado para gente de la tercera edad y sube un anciano al vagón ¿Qué haces? Puedes elegir quedarte sentado o ceder el lugar a quien le corresponde.  Independientemente de la elección que hagas para el caso, lo que es importante recalcar para tu experiencia de vida es, ¿Qué tipo de persona eres? Porque en decisiones como esta vamos perfilando la calidad de nuestra vida.
Te lo explico: Esa nimia decisión que tomamos de ceder el lugar o no, habla de lo que realmente somos como personas, pues nos indica si somos amorosos, solidarios, respetuosos o por el contrario si somos egoístas, mezquinos, individualistas. Claro que podemos justificar nuestras acciones como deseemos hacerlo, pero lo cierto es que algunas de estas formas de ser te hacen sentir mejor que otras y hacen a otros sentirse mejor también. Todas ellas, a la larga van generando nuestra felicidad o perfilando nuestra desdicha día con día.
Así que mi pregunta de reflexión para hoy es ¿cómo eliges actuar? Porque de eso depende lo que obtendrás.
 

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