"Porque veo al final
de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas"
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas"
Amado Nervo
¿Qué es lo que te gustaría tener en tu
vida? ¿Cómo quisieras que tu vida transcurriera? Se supone que todos deseamos
que nuestra vida se encuentre llena de cosas positivas tales como amor, paz, prosperidad, alegría, realización,
satisfacción, autoexpresión, salud, etc. Lamentablemente nuestra vida, en la
mayoría de los casos, no es así. Lo que experimentamos de manera cotidiana es
dolor, angustia, insatisfacción, desesperación, estrés, carencia, etc. ¿Por qué? ¿Será esta la única forma de
vivir? ¿O podremos vivir tal como deseamos hacerlo?
Hay quienes piensan que no se puede ser
enteramente feliz, que siempre hay problemas, fracasos, que todo eso es parte
de la vida también. Es probable que así sea, pero ¿a caso no habrá forma de que
nuestra vida sea en su mayoría feliz y positiva?
Quizá lo que nos falte considerar para
llegar a tener la vida que deseamos, son las opciones que elegimos. Pues, a
cada paso que damos, vamos tomando distintas decisiones que afectan el qué y
cómo de nuestra experiencia. A veces pensamos que las elecciones que tomamos
cotidianamente son nimias, pero cada una va perfilando nuestra experiencia de
vida. De tal forma que si deseamos que nuestra vida este llena de cosas
positivas, debemos elegir las acciones que nos permitan llegar a ellas.
A esa posibilidad de elegir lo que
experimentamos le hemos llamado el libre
albedrío. Término, que si lo analizamos, implica que toda elección que hacemos
es libre, toda sin excepción. Si pensamos de verdad en la profundidad de
nuestro libre albedrío, lo que generalmente sentimos es miedo, porque libertad
total implica responsabilidad total por todas nuestras acciones. Es decir que
por más que busquemos culpables, sólo existe uno: Nosotros mismos.
En
el juego de la vida, entonces, no hay ni víctimas ni villanos. Y en el fondo,
todos sabemos esa verdad, sólo que nos gusta auto engañarnos pensando que los
otros son capaces de hacernos daño, porque así, evitamos la responsabilidad y
se la endilgamos a alguien más. Incluso hasta tenemos frases hechas que
ocupamos para responsabilizar a otros: ¡Mira lo que me hiciste hacer! ¡Yo no
quería hacerlo, tú me obligaste, es tu responsabilidad! ¡Por tu culpa actuó
como lo hago! etc. ¿Te suenan familiares?
¿Por qué no asumimos la responsabilidad
sobre nuestras acciones, tal como podemos hacerlo? Porque, como ya dijimos, nos
da miedo pensar que tenemos todo ese poder: El poder de ser y hacer lo que
queramos. ¡Imagínate lo que sería asumir
la total responsabilidad de nuestros actos! Significaría que si te va bien
tienes la culpa y si te va mal también la tienes. ¿Y a quién le gusta sentirse
culpable de su propia infelicidad?¿Qué escusa tendríamos entonces para ser
infelices?
Ya sé lo que me dirás que hay
circunstancias externas que no puedes controlar, pero aún así puedes elegir el
cómo reaccionar ante ellas y eso te da poder sobre el resultado. Cuando nos
enfrentamos a situaciones que nos afectan, al menos disponemos de dos
posibilidades, de la que elijas dependerá la satisfacción o insatisfacción que
experimentes y por ende tu felicidad o infelicidad.
Pongamos un ejemplo típico para mayor
claridad, digamos que te encuentras en el vagón del metro sentado en el lugar
destinado para gente de la tercera edad y sube un anciano al vagón ¿Qué haces?
Puedes elegir quedarte sentado o ceder el lugar a quien le corresponde. Independientemente de la elección que hagas
para el caso, lo que es importante recalcar para tu experiencia de vida es,
¿Qué tipo de persona eres? Porque en decisiones como esta vamos perfilando la
calidad de nuestra vida.
Te lo explico: Esa nimia decisión que
tomamos de ceder el lugar o no, habla de lo que realmente somos como personas,
pues nos indica si somos amorosos, solidarios, respetuosos o por el contrario
si somos egoístas, mezquinos, individualistas. Claro que podemos justificar
nuestras acciones como deseemos hacerlo, pero lo cierto es que algunas de estas
formas de ser te hacen sentir mejor que otras y hacen a otros sentirse mejor
también. Todas ellas, a la larga van generando nuestra felicidad o perfilando
nuestra desdicha día con día.
Así
que mi pregunta de reflexión para hoy es ¿cómo eliges actuar? Porque de eso
depende lo que obtendrás.
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